Ayer apareció en el New York Times un artículo de Paul Krugman sobre el precio de los alimentos y su relación con otros factores como el crecimiento asiático y el precio del petróleo. El mes pasado yo también publiqué un artículo sobre el tema en el periodico Tribuna del Yaqui de Cd. Obregón. Obviamente, ni yo soy Paul Krugman ni la Tribuna del Yaqui es el NY Times, pero algo es algo, así que reproduzco en este blog el artículo que presente hace unas semanas:
El precio de los alimentos y la demanda de combustibles
Durante el último año se ha observado un incremento importante en los precios del maíz, y en general, de los precios de todos los alimentos. Este incremento tiene dos orígenes principalmente. El primero es los altos precios del petróleo, que actualmente han rebasado ya los 100 dólares por barril, cuando a principios de la década estaba en alrededor de 30. El alto precio del petróleo ha generado una mayor demanda de otros combustibles más baratos, siendo la principal alternativa el etanol, ya que puede utilizarse mezclado con gasolina en cualquier automóvil, en una proporción de 15% de etanol y 85% de gasolina. Incluso, en países como Brasil, una gran cantidad de automóviles ya funciona exclusivamente con etanol. El etanol se obtiene principalmente del procesamiento del almidón de maíz y por lo tanto, con el aumento de la demanda de etanol también ha aumentado la demanda de maíz, lo que ha provocado que con ello suba el precio de este grano. Sin embargo, no sólo el precio del maíz ha aumentado, sino también el de otros alimentos. Esto sucede porque al aumentar los precios del maíz, los agricultores buscan incrementar la cantidad producida de este grano, por lo que han aumentado la superficie de siembra del cultivo. Para ello, tienen que utilizar la tierra que antes empleaban para cultivar otros productos agrícolas, como es el caso de la soya en los Estados Unidos. Al utilizar una menor superficie para la siembra de soya, la cantidad ofertada de este producto se ha reducido y con ello se ha generado un aumento en su precio. Pero este aumento de precios no se limita sólo a los cultivos pues también ha afectado a los precios de los productos pecuarios, como carne, leche y huevo. La elaboración de productos pecuarios requiere de granos y leguminosas para alimentar al ganado, por lo que el alza de los precios de estos insumos ha incrementado los costos de producción en este sector. Y las cantidades consumidas para este propósito constituyen una gran proporción del consumo total de granos. Se estima que para el año 2015, más de la mitad del maíz consumido en México será utilizado para la producción pecuaria. De hecho, actualmente, todo el maíz que se importa se usa como insumo para la producción pecuaria. El otro factor que ha contribuido a este incremento de precios es el crecimiento económico de China y la India. La demanda de alimentos en China y la India, que se ha incrementado gracias al impresionante crecimiento económico de estas dos naciones que en conjunto suman más de 2 mil 200 millones de habitantes, es decir, más de la tercera parte de la población mundial. Este crecimiento también ha propiciado una mayor demanda de energéticos, y con ello una mayor demanda de bio-combustibles. Además, en estas naciones cada vez más personas podrán comprar automóviles, pues se han reducido mucho sus precios de venta. La compañía india Tata, por ejemplo, ya produce un auto que se comercializará al precio record de 2,500 dólares. La pregunta que surge es entonces ¿Hasta cuando se mantendrán altos los precios de los alimentos? Dado que no se prevé una baja en los precios de petróleo en el futuro cercano, la demanda de etanol seguirá creciendo, impulsada también por el constante crecimiento de las economías asiáticas Asimismo, estas naciones en expansión demandarán una cantidad cada vez mayor de alimentos. Por ello es poco probable que haya cambios en estos factores que propicien una reducción de los actuales precios. Existe la posibilidad de que se aumente la producción, pero ello requerirá del uso de nuevas tierras para cultivo, lo que generará una mayor presión sobre los recursos naturales, ya que al requerirse de un mayor número de hectáreas de tierra para cultivo, los bosques y las selvas se ven amenazados por el peligro de deforestación. Se estima incluso que la deforestación ocasionada produciría la liberación de mayores cantidades de gases de invernadero atmósfera, lo cual resulta paradójico cuando se ha considerado a la sustitución de gasolina por etanol como una vía para frenar el cambio climático. La vía que queda es la de las aplicaciones tecnológicas de dos tipos: uno, aquellas que permitan obtener un mayor rendimiento en la producción de granos, pero que implica la utilización de alternativas biotecnológicas cuestionadas por grupos ambientalistas, como el uso de semillas transgénicas; y dos, la que permita procesar de manera costeable la transformación de celulosa en etanol, lo que permitiría utilizar pastos y bagazo para la producción de bio-combustible. Actualmente ya existe una compañía canadiense comercializando etanol obtenido a través de este proceso, pero a pequeña escala. Se ha estimado que para mediados de la próxima década se habrá extendido la producción a gran escala a través de esta opción tecnológica. Sin embargo se requiere profundizar en la investigación en este tema, dado que resulta difícil predecir que efectos económicos y ecológicos tendrán estas alternativas.
martes, 8 de abril de 2008
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